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En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 10: Casilhac-Narbona

Hermosa jornada. Saliendo del camping nos encontramos con un ángel de 76 años, Jean-Claude. Nos indicó, con lujo de detalles, el mejor camino a tomar esta jornada para dejar atrás Carcassone y llegar a Narbonne.

Jean-Claude nos acompañó hasta la salida de Palaja. Nos indicó que debíamos cruzar Montegoul y tomar la carretera durante sólo 5 kilómetros rumbo a Trebes. En el desvío, tomar la ruta a Lagrasse.

La ruta a Lagrasse es bellísima, con leves y agradables cuestas y colinas. Rodeada de verde. Se interna en las gargantas de Corbières.

Pasamos por pueblitos que emergen de las laderas a ambos lados de la garganta. Todos encantadores. En Lagrasse hicimos una parada y comimos una deliciosas tarteletas de la panadería del pueblo. Deliciosas.  Luego retomamos por esta apacible ruta a menudo cercada por una galería de árboles. Pasamos por Tournissan y Saint Laurent y luego entramos a algunas carreteras un poco más moviditas hasta Narbona.

Acampamos en Florelys un camping de dos estrellas que tiene de todo, hasta piscina. Este es un camping muy recomendable. Gente amable. Espacio con mesas y bancas para sentarse. Proveduría con buenos precios. Ya pasé dos veces por allí y no hacen más que mejorar.

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 6: Lourdes-Boulogne sur Gesse

Con las bicis recién aceitadas y nuestras piernas descansadas encaramos les Hautes Pyrénées coincidiendo en buena parte de nuestro camino con el trazado y el paso del Tour de France. La ruta a seguir sin rigidez, sino flexible a las veces que nos perdemos y no son pocas, la buscamos inicialmente en google maps y en un antiguo mapa de papel, o mejor dicho un pedazo de un mapa, que encontramos en el albergue de Saint Palais y que nos acompañará el resto del viaje. Un mapa de paPel, por experiencia, es siempre La  herramienta de orientación más útil en cualquier recodo del camino.

Este día pasamos por Lanne, emblemático punto para el ciclismo ya que desde aquí se inician los tradicionales ascensos del Tour de France y es puerta al ascenso mítico del Tourmalet. Se considera una de las etapas más difíciles del Tour de France ya que se ascienden y descienden siete puertos. Con mucha más tranquilidad que los competidores, mirando el paisaje y sacando fotos, nosotras también pedaleamos bastante este día.

Desde Lanne atravesamos los encantadores pueblos de Louey, Momères, Barbazan Debat, Bordes, Goudon, Bonnefont, Sentous y llegamos a Castelnau Magnoac donde pensábamos dormir. Dejamos atrás la Aquitania y entramos en Occitania. Esta ciudad: Castèthnau de Manhoac, en occitano gascón se encuentra en Midi Pyrénées, es la que tienen mayor población del cantón pero el único camping posible está alejado y es nudista. Todo bien, pero no tuvimos ganas de andar de carpa en carpa y de calentador y sopita en bolas, así que decidimos pedalear unoS kilómetros más hasta Boulogne sur Gesse, en occitano Bolonha de Gessa, también en el Midi Pyrénées.

Llegamos tarde a Boulgne y ya no encontramos lugar para comer comida, pero por suerte siempre llevamos unas sopitas salvadoras. El camping que encontramos es muy grande, con mucho espacio y arboleda y muy barato. El encargado fue muy atento, y también la gente que se estaba quedando allí. Nos trataron con amabilidad y generosidad, un acampante de caravana, nos facilitó el martillo ya que el suelo era duro para clavar estacas. Otro vecino, que estaba en un acabaña nos ofreció su calentador a gas porque nos vio en el super intentando comprar una garrafa y las que habían no sirven para la conección de nuestro calentador.

Stella durmió muy bien. Yo más o menos porque llovía mucho y cuando me levanté para ir al baño vi que la bici de Stellete no estaba. Pensé que se la habían robado. No me podía dormir, y cuando le fui a contar me dijo que ella la había cambiado de lugar para que no se le moje…

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 1: Irún-Zouraïde (Iparralde)

De mar a mar y de montaña a montaña. Esta travesía nos lleva desde el Mar Cantábrico en la costa vasca, hasta la costa Mediterránea en Francia y luego en Italia, y desde los Pirineos en Iparralde y luego en Francia, hasta los Apeninos en Italia. Un viaje de 26 días, 24 pedaleando 1560 kilómetros, 2 días de descanso y casi una semana para regresar en trenes.

Como en estos tiempos vivo en Bilbao, decidimos arrancar desde allí. Para regresar, de todos los trenes urbanos disponibles el Euskotren es el mejor. La línea de ferrocarril del País Vasco permite el traslado de bicicletas, sin miramientos, ni límites, ni mala onda como sucede a veces en otras líneas tales como Renfe o SNCF. Los vagones de Euskotren tienen un espacio señalado para ubicar las bicicletas, y aunque suele suceder que la cantidad de bicicletas supera los huecos para posicionarlas, nadie se queja ni objeta y todos nos acomodamos. Además, trasladar la bicicleta en Euskotren es gratuito. 

En Irún pedaleamos con rumbo al río Bidasoa para seguir sus riberas y bidegorri -pistas ciclables, literalmente “camino rojo”. Cerca de Behobia, apenas unos metros después de pasar por la Isla de los Faisanes, cruzamos un puente sobre el río y continuamos por bidegorri pero por la otra margen del Bidasoa. Tomamos el camino de Kurleku y luego el de Biriatou, hasta un desvío por otro camino que es el de Tomasenea. Luego tomamos el de Kixoenekoborda que sube empinado a un collado del mismo nombre. Son senderos angostos, de montaña, algunos con una delgada capa asfáltica, suben y bajan de los collados. Este recorrido lo hemos elegido y marcado previamente mirando en google maps, es el itinerario que el buscador sugiere para hacer el camino a pie. Son caminos muy tranquilos, en muchos casos con piedras, o de tierra, cruzando bosques tupidos y helechales. No usamos el GPS, sólo hemos visto y tomado nota con antelación de la red de caminos y senderos que podemos ir hilando. Desde Kixoenekoborda enganchamos un tramo de carretera denominada D4 hasta encontrar el camino de La Fontaine y luego nos desviamos por el camino Akaldegia pero este se cortó, quizás por falta de actualización, se convirtió en un callejón sin salida que terminaba en una especie de plaza de cemento circundada por casas, sin ninguna posibilidad de camino a no ser que fuera atravesando el patio de alguna de esas casas. Allí volvimos atrás, y por Karrika Zaharra llegamos hasta una ruta ancha, tipo autopista, la D918 que nos sacó a San Peé sur Nivelle y por la misma carretera, D918, llegamos a Souraïde donde en el centro del pueblo señala que hay un camping. 

Dicho camping no está a pocos pasos sino colina arriba, poco más de tres kilómetros. Hay que pasar todo el golf de considerables hectáreas y casi llegando a lo alto de otra carretera, la ruta de las Crestas, encontraremos el camping. Por supuesto desde esa altura las vistas son impresionantemente bellas. El anfitrión del camping Urlo Gaina Epherra, Monsieur Chapellet, es de lo mejor. Amable, simpático, y además solícito y generoso. Apenas llegamos, como no tiene proveeduría ni ningún tipo de alimento para vender, nos obsequió un paté de canard preparado por él mismo y una baguette de pan integral con semillas. El camping, además de la hospitalidad de Monsieur Chapellet y las vistas inmejorables, cuenta con ducha caliente, luz, electricidad, lavadoras, refrigerador. No hay piscina ni internet. 

 

Día 45 (4 de mayo) – de Tegucigalpa a Sabanagrande

No hay una sola manera de salir de Tegucigalpa. La capital está rodeada por un periférico que puede tomarse desde varios accesos, saliendo por distintas avenidas. Es complicado. Nosotros salimos en la misma dirección que el día anterior para ir a Valle de Ángeles. Tomamos el periférico y casi le damos una vuelta completa porque falta alguna señalización. Seguíamos los carteles que indicaban hacia Choluteca, pero en algún momento faltó un cartel y nos pasamos de largo. Tuvimos que recular, de lo contrario hubiéramos regresado al punto de partida. Nos tomó una hora encontrar la ruta y fue un montón de subida incluso en el periférico. Si uno elige este camino debe tener en cuenta que la señalización en la parte donde se indica la bajada al Aeropuerto y la Fuerza Aérea, no es clara. Prestar atención ahí o preguntar. Y después, el cerro de Hula. Sigue la subida.

Pasamos por un barrio humilde y sencillo con una hilera de casitas sobre la calle que dejó de ser populosa y llena de autos. Unas señoras con muchos hijos se asomaron a conversar con nosotros. Una de ellas era de Sabanagrande, hacia donde íbamos ese mismo día -¡nos vemos por allá!- nos despedimos.

Durante los siguientes 10 kilómetros subimos 600 metros. En el cerro de Hula hay una instalación de molinos de viento. Energía eólica. Un proyecto diseñado durante el gobierno de Manuel Zelaya que en 2006 se enfrentó a una crisis energética crucial y que en 2007 y 2008 firmó convenios con empresas que emprendieron estos sistemas de energías alternativas y sustentables. Los molinos blancos salpican la cumbre. Hay montones y no dejan de girar. El viento a esa altura despejada arremolina el paisaje. Pedalear así es una batalla contra cada ráfaga. Las ganamos todas.

La ruta hacia Sabanagrande es más relajada, tiene leves cuestas y tiende a bajar. Es un camino pintoresco con sombra a ambos lados y camioncitos que reparten bolsas de harina ya que, en esta región, son típicas las rosquillas de hojaldre y las tustacas, unas galletas redondas con mermelada o chocolate. Sabanagrande nos dio la bienvenida con dos arcos de entrada a la ciudad y olor a pan casero. La ciudad es un pueblito de calles empedradas. Desde la ruta son unas cinco cuadras hasta el parque central con su iglesia pintada de amarillo, el frente es una réplica de la catedral de Tegus. Había una bruma espesa, una garúa finita.

-está brisando- nos dijo la mujer policía del parque. Enseguida se acercaron a preguntar de dónde veníamos, quiénes somos, adónde vamos, cuánto tiempo. Mientras charlábamos el brisar cobraba bríos y empezó a mojar más rudo. Cayó un chaparrón de aquellos.

-hotel no hay… ¿hay hotel?

-sí, están los cuartos de doña Pepita o el hotelito de don Joaquín. No dice ‘hotel’ pero pregunten ahí.

Es una familia que alquila cuartos, están justo en la entrada del pueblo, en el arco que dice ‘No digas que No a Sabanagrande’; 150 lempiras el cuarto, barato, sencillo pero limpio, con enchufe en el cuarto, ducha y letrina afuera, y el internet del vecino de la esquina. Del lado de enfrente de la ruta cenamos catrachas que son tostadas con frijoles y quesito arriba y licuado de mínimo, o sea de bananitas. Llovió y llovió y nos quedamos de sobremesa en el quiosco y bar del internet, probando los sabores de charamuscas y pilones, helados caseros en bolsita o en vaso de plástico con palito.

Datos técnicos: 55.8 km

4.28.32 hs

Total: 3078.25 km

Día 42 (1 de Mayo) – de Siguatepeque a Zambrano

La ruta desde Siguatepeque se puede tomar yendo al centro, a la plaza, y de ahí tomar el bulevar y ese bulevar sale a la carretera. Fuimos hasta la plaza de las banderas donde se congregan los puestos ambulantes de comida a tomar un frugal y nutritivo desayuno. Café con leche y también avena y pancito dulce. Desde la plaza encaramos el bulevar con la fresca. Siguatepeque está a 1100 metros y, a esta altura, el aire es complaciente y brumoso. El trayecto empieza subiendo un poco más y, después, una bajada que nos arrastra como un alud a 500 metros sobre el nivel del mar. La pendiente se tranquiliza pero uno no debe engañarse. Sabemos que, más adelante, nos aguarda la famosa Cuesta del Rodeo. Temible. Una subida pronunciada y en caracol en algunos tramos, de más de mil metros.

A 35 kilómetros de Siguatepeque, pasamos por Comayagua, la primera capital de Honduras. Es la región más plana del territorio hondureño. De aquí en más y todo alrededor hasta los dos mares, se entrelazan las cordilleras. Comayagua se destaca por los tejados rojos y la arquitectura colonial barroca, huella indeleble de un pasado de abolengo. Sus iglesias son el destino de la pascua de resurrección, las calzadas reciben a los peregrinos pintadas de aserrín con escenas del vía crucis. Seguimos a Flores. 25 kilómetros más con la idea de quedarnos a descansar allí y estudiar desde abajo cómo pintaba el desnivel de la temible cuesta. Sin embargo la buena energía por un lado y lo diminuto del pueblito de Flores por otro, nos envalentonaron a seguir. Flores es un pueblo simpático. Tiene los ingredientes del sabor pueblerino. Después de almorzar en una esquina enfrente de la tradicional plaza, nos sentamos a hacer la digestión a la sombra del quiosco central. A las dos de la tarde empezaron a llegar las señoras. Esperaron en la puerta de la iglesia hasta que llegó la que tenía la llave. Una vez abierta la iglesia la maquinaria se puso en marcha. Como si todo estuviera minuciosamente estudiado y dispuesto, una quitaba el polvo con un plumero, otra barría, otra pasaba el trapo de piso. Mientras tanto, sus señores se reunían en el quiosco donde descansábamos y se acercaban a conversar con nosotros. Es un pueblo chico, la gente se conoce, y por lo que nos contaban, las últimas novedades ya ocurrieron hace años.

-ese tamarindo que está ahí en la esquina, existe desde antes que existiera el pueblo, y aquel mural que está enfrente lo pintó un venezolano que andaba viajando como ustedes, hace quince años. Pintó al pueblo, la plaza, la iglesia, y el árbol de tamarindo

-aunque tiren el árbol o se caiga la iglesia, van a quedar pintados en el mural…

Gente linda y de yapa, mangos que se caen de los árboles.

No sabíamos si seguir o no seguir. Los señores nos decían que sí, que llegábamos, otros decían que no, que nos agarraba la noche. Encaramos. Desde Flores a Zambrano. 30 kilómetros y más de mil metros en subida. La Cuesta del Rodeo. Es una larga pedaleada sin tregua. Si uno levanta la cabeza y ve el tráfico allá arriba piensa que nunca va a poder llegar hasta allá, pero cuando quiere acordar uno ya está allá mirando alrevés, encaramado en la ladera, viendo hacia abajo el caracoleo del tráfico. Llegando al techo del mundo. La vista es inmensa y preciosa. El borde del camino, el vacío, el más allá con las montañas azules y marrones y lilas. El olor a hierba limón que intoxica el aire de frescura.

Nos llevó varias horas. Todavía faltaban 15 kilómetros y el atardecer ya nos cazaba por la espalda. Anaranjadísimo se nos venía encima. En eso Martín pinchó una rueda. Yo ya no veía. El atardecer para mí es la peor hora. Las sombras se adueñan del paisaje de la ruta se adueñan de todo las sombras. No puedo discernir. Seguí pedaleando tratando de ganarle la carrera a la noche que nos ganó irremediablemente. Y nos ganó con lluvia torrencial. El cielo se desplomó sin previo aviso. Justo en la entrada de Zambrano. Habíamos llegado. Ahí nomás había un hotel con restaurante. Todo lo que necesitábamos. El hotel nos costó 400 lempiras. El plato de frijol, huevo, queso, aguacate, crema, banana, 60 lempiras y los platos con carne, 85.

Datos técnicos: Siguatepeque-Zambrano 81.7 km

6.10.54 hs

Total: 2928.65 km

Vélodyssée, una de las mejores rutas en bicicleta

Una odisea a lo largo de más de 1200 km de Costa Atlántica francesa

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El Camino del Cid-de Vivar del Cid (Burgos) a Valencia

Arranqué este camino desde Bilbao donde vivo. La ruta comienza en Vivar del Cid, antes de llegar a Burgos.
Yo hice un par de paradas antes de llegar allí. Desde Bercedo fui hacia el camping de Trespaderne, junto al río Nela y luego de dormir allí arranqué a Vivar. No es parte del camino del Cid, así que fui más o menos por las rutas que seguí en Google Maps.

Día 1-Vivar del Cid-Burgos

En Vivar del Cid estuve en todo los puntos emblemáticos de la pequeña villa. La Legua 0 donde se inicia oficialmente el camino, la estatua en la fuente, el Molino del Cid en cuyo centro alberga una especie de sala de museo muy interesante. Allí hay una espada réplica de la Tizona, la espada del Cid, que ciñó espada como bien repite varias veces el romance. Del antiguo molino salió un señor muy simpático y por demás de amable llamado Javier. Él me dio mi Salvoconducto con el sello de la Legua 0 e insistió en que debía hacerme varias fotos para documentar el legendario momento. Fue agradable y divertido. Javier me mostró varios documentos originales que hay ahí enmarcados, de puño y letra firmados por el Cid y su esposa cónyuge y resaltó en señalarme que siempre firmaba en nombre de los dos, algo que al parecer era inconcebible en la Edad Media. Desde Vivar del Cid fui a Burgos por la carretera Nacional, que no está muy bien pedalear porque hay mucho tráfico y los burgaleses son bastante estresados para conducir. Lo mismo al entrar a la ciudad, un quilombo. Era día de semana, y serían las 5 o 6 de la tarde, quizás era hora pico… no lo sé. Me costó llegar al camping.

Día 2-Burgos-Covarrubias

Buena ruta. Lo primero que hice al asalir de Burgos fue enfilar oir Cardeñajimeno hacia el Monasterio San Pedro Cardeña que es donde el Cid dejó a su esposa Jimena y a sus hijas Sol y Elvira, seudónimos de Cristina y María. Después me fui por Carcedo de Burgos a Modubar de San Cibrián y a Los Ausines. Todos los pueblos son encantadores. Paro en todos, a ver sus calles adoquinadas y las casas de piedra. La fuente en la plaza, y las iglesias con sus torres. Todo conservando el estilo medieval. Muros originales, antiguas construcciones, renovadas algunas pero manteniendo todo el estilo de la postal. Infinidad de rosales florecidos con rosas que perfuman el aire de colores. La rutas, tranquilísimas. Caminos rurales, asfaltados y en buen estado. En algunas anda algo de gente pero muy poca. En Revilla del Campo está la Fuente de la Salud donde es imprescindible beber y remojarse un poco por todos lados para mantener el buene estado físico. Y apenas saliendo de la aldea, hay un camino que lleva a las nacientes del río Ausines que fue donde el Cid acampó con todos sus seguidores ya que nadie le quería dar posada bajo amaneza del rey. A continuación pasé a los poblados de los Lara, Paúles de Lara, Campolara, Membrillas de Lara. Finalmente Hortigüela y por una carretera general pero muchísimo más tranquila que la que entra a Burgos, llegué al camping de Covarrubias con su piscina habilitada ideal para el chapuzón. Los chicos de este camping de Covarrubias son lo más. Muy amable todo el plantel, como costaba agarrar el wifi hasta me ofrecieron sus datos ilimitados. No acepté, pude con los míos. También me prestaron la gorra para entrar en la piscina ya que al parecer en España es obligatorio y yo no llevo gorra de nadar, pero ya estuve pensando para la próxima vez, me las ingeniaré con el calzón rojo que está tan estirado que podré hacerme una gorra de nadar con moño.

Día 3-Covarrubias-Quintanarraya

Este día me quedé en Quintanarraya porque sabía que allí existe una Casa del Peregrino. Buenísima decisión quedarse allí. La casa es muy cómoda y acogedora. El cuarto tiene cinco camas indivuales y un colchón, pero es un espacio amplio, y de juntarse más gente hasta podrían dormir en el suelo. El baño está impecable, hay agua caliente, dos mesas y algo de vajilla. Se pide un donativo de cinco euros. A cargo suele estar el dueño del Bar, sin embargo cuando llegué no estaba. El Bar, cerrado. Pregunté me indicaron que buscara a Gerasio. Encontré la casa de Gerasio y su esposa Manoli y ellos, muy lindos, solícitos, me dieron la llave de la casa. En Quintanarraya casi no hay señal móvil. Durante la pedaleada pasé por Santibañez del Val y Santo Domingo de Silos que me sorprendió por su muralla apenas entrar a la ciudad. Luego hay un monasterio monumental. La plaza central, elevada entre muraos de piedra, con una fuente, árboles, y coronada por edificios e iglesia de corte medieval. Saliendo de Santo Domingo me fui por el La Yecla, un parque natural muy lindo. Entre montañas, olor a pinos, y un desfiladero. El camino sube, obviamente, pero es sabroso pedalear y respirar ese aire perfumado y puro. Subí a Peñacoba y a Mamolar y luego fui a Quintanarraya.

Día 4-Quintanarraya-Berlanga de Duero

Fue un largo camino ya que, la etapa anterior no terminaba en Quintanarraya sino en Langa de Duero. Pero avancé. En la mañana pasé por los poblados de Hinojar del Rey de donde salen dos caminos que en principio son de piedra, sin asfaltar; sin embargo, el de la izquierda, luego de un repecho por piedrecitas grises, está más firme. Una especie de precario asfaltado pero se pedalea bien. En Langa de Duero, ya en tierras de Soria, paré a hacer una breve visita adonde se encuentra la enorme prensa vitivinícola. Luego, frente a la casa Constitucional observé el enorme nido de cigüeña. Langa de Duero es una ciudad regularmente grande. Más grande que las que venía pasando, con más movimiento de gente y coches. Desde Langa de Duero, toda zona de viñedos, llegué a San Esteban de Gormaz. Una ciudad más o menos grande también, con varias iglesias antiguas y un castillo. Allí, desde el puente sobre el río Duero, puente romano, de piedra, se encaramado en la colino un barrio de casas vacías. Parece una maqueta. Luego le metí pata y pasé por Burgo de Osma pero a mil. Quería llegar a Berlanga donde hay albergue y camping. En buenahora. Dormí en el albergue porque el cuarto está muy bien y acepté la cena que prepara la esposa senegalesa de Andrés, el encargado del camping y albergue municipal. Una cena que me vino al pelete ya que fue lo primero consistente que comí en estos días durante los que venía acabando con todas las pastas, sopas, y comida disecada que había quedado de los viajes del año pasado. La cena, económica, suculenta y muy sabrosa. Ellos muy simpáticos e interesantes.

Día 5-Berlanga de Duero-Medinaceli

Como llegué haciendo etapa y media el día anterior no había visitado la ciudadela así que este día, en el albergue, me levanté y me fui caminando, menos de dos kilómetros a visitar el casco medieval. Anduve por callejuelas y arcos y regresé al albergue. El camino hasta Medinaceli pasé por La Riba del Escalote donde había una invasión de golondrinas y peces de colores en la fuente. Luego hubo más golondrinas en
todos los pueblos. En Medinaceli dormí en el hotel Bavieca, un lujo a excelente precio y con una atención impagable. Hay una panadería con repostería muy bien elaborada. Caminar por Medinaceli es todo un placer y un viaje al pasado. La parte del Casco Antiguo es toda de piedra, con montones de parras que brotan desde un hueco junto a cada casona. Plazas de piedra también y arbolado. Abajo de la ciudadela, está el poblado más comercial. No es muy grande y está por la misma carretera, pero algunos kilómetros abajo. Quedarse en la parte antigua es altamente recomendable. Bello.

Día 6-Medinaceli-Molina de Aragón

Terminado el Camino del Destierro e iniciando el conjunto de etapas que se da en llamar Las Tres Taifas. Cambia la fisonomía de los edificios y el color de la piedra. Las montañas y sierras se vuelven más rojizas y las construcciones más mudejar. Se hace notar en pórticos, ventanas, y molduras, el sello árabe. Entré en Layna donde descansé junto a la fuente y tomé la carretera general para pasar por Maranchón, grande también y bastante peculiar. Distinto a lo visto hasta ahora. Colores diferentes, diferente disposición de las calles y casas. No todo es piedra y es más moderno aunque o digamos mejor, que ya no es medieval pero virreynal. Lo mismo en Molina de Aragón donde las construcciones del CAsco Histórico son en su mayoría del siglo XVI o XVII, salvo la judería y los edificios moros sobre la colina que son de la época del dominio árabe. Todo de piedra rojiza. Molina de Aragón es una ciudad un poco más movida. Aproveché a ir al supermercado a comprar algunas vituallas ya que me venía quedando sin sopas, ni galletitas ni nada. Me quedé en el Hotel San Francisco, buen precio con desayuno incluido, en la plaza de San Francisco.

Día 7-Molina de Aragón-Orea

Un paisaje espectacular todo el camino. Subir u cruzar collados. Bajar un poco y volver a subir más. Estoy transitando la ruta del Alto Tajo, paraje y reserva natural. Montañas, pinos, aire de las alturas y sobre el final el río que corre cerca de mi ruta. Entré en Terzaga y descansé junto a su fuente. Dicen que el camino es rompepiernas pero si uno lo toma con calam se sube mansamente y yo llegué entera.
Pasé por las salinas, por Pinilla de Molina, vi Chequilla desde abajo, tan coqueta sobre una ladera entre piedras enormes de un color marrón cobrizo muy raro y pasé por Checa donde volví a hacer un descanso. Una subida más y hasta Orea. Ahí paré otro poco porque quería llegar a domir al camping que está a seis kilómetros del poblado de Orea y hacia arriba otra vez. El camping está en un bosque de pinos. No hay señal de nada. Estoy inmersa en la naturaleza. Cerca hay un refugio de montaña.

Día 8-de Orea a Albarracín

Levanté campamento del bosque y la ruta de hoy, con un poco de lluvia y amenaza de tormentas va pasando pueblos de montaña. Pueblos encaramados en las laderas. Más frescos que lo visto anteriormente. Uno de los primeros es Orihuela del Tremedal. Es hermoso. Piedra sobre piedra. Las casas más encimadas una con la otra. Las calles más angostas. Aprovechando al máximo cualquier lasitud de las laderas. Llovía cuando pasé por allí. Seguí a Bronchales y Noguera de Albarracín. Es un día de pedaleada en el que hay que sortear varios pasos de montaña. El camino es tranquilo. Sin muchos vehículos. Casi nada. Y rodeado de mucha vegetación. Las bajadas son precipitosas. Pasé Tramacastilla y Torres de Albarracín y la entrada en Albarracín es de lo más alucinante. Va la pared de la montaña color naranja sobre nuestra izquierda. La ruta serpenteando. Angosta. Y a la derecha corre un río de aguas claras sobre piedras y con las márgenes tapizadas de helechos y flores. Es un espectáculo. Lo mismo Albarracín. Llegar y ver la ciudad arriba d ela colina. Con todas su construcciones naranjas, terracotas, rojas. Llovió de a ratos. De a ratos salió el sol. Y se levantó un viento terrible. Se volaba todo. Acampé en el camping municipal de Albarracín y salí a caminar por el pueblo con otra cicloviajera llamada también María.

Día 9-Albarracín a Teruel

Saliendo de Albarracín, repecho y con lluvia. Otra vez hay que remontar y sortear algún paso, pero es un camino alucinante a pesar de los repechos, la lluvias, los collados. Se transita bordeando el pinar de Rodeno y es algo maravilloso, por mí nunca visto antes. Entre enormes moles de piedra. Enormes, gigantes rocas, brotan esos pinares tan bellos. Deja sin palabras, además del sin aliento del camino. Es hermoso. Obliga a parar a varias veces, a detenerse a grabar en la memoria ese paisaje único, respirar. Y luego la bajada, precipitadamente. Después de pasar Gea de Albarracín y el poblado de Caudé tomá la Vía Verde Ojos Negros que en esta parte está bastante fea. Llena de desniveles, irregularidades, mal señalizada, sucia, abandona, con aguas estancadas que huelen mal y yuyales. Vale la pena llegando a Teruel la parte que pasa por los campos de lavanda. Por allí, si alguien no me dice que tengo que abandonar la Vía para salir a Teruel quién sabe hasta cuándo seguía. No hay buena señalización en absoluto. Salí a las autopistas, con lluvia, horrible llegar a Teruel, buscar el hotel, ni con GPS. Luego de alojarme salí a caminar y me volví aperder andando en la ciudad, con GPS y todo. Muy rebuscado todo. No le tomé el gusto a Teruel. Me cansé de buscar el camino. Después de una mañana tan bella a pesar de la lluvia. De tanto pino.

Día 10: Teruel a Barracas

Saliendo de Teruel busqué la vía Verde que supuestamente está por un parque llamadao Dinópolis pero no la encontré así que viajé todo por ruta. Tuve la intención de desviarme para ir a Montanejos adonde estaban otros cicloviajeros y donde hay unas aguas termales, pero no di con el desvío. Pasé por Sarrión, Abentosa. Llegue a Ventas del Aire que es donde hay cruces de caminos y no di con el que me llevaría a Montanejos así que seguí a Barracas. Un pueblo de una sola calle con vecinos muy simpáticos, sobre todo los niños. Hay un camping, pero no está señalizado y no sé si funciona, en lo que fue la estación Palancar. Por aquí va la vía Verde pero es toda de piedras aún, tierra, pozos. En Barracas me quedé en el hotel del pueblo. Muy bien. Barato y cómodo. Habitaciones grandes con gran baño y abajo un restaurante y mercado donde hay de todo. Mucho movimiento todo el tiempo de gente que pasa por la carretera y hace un alto en este punto del camino.

Día 11: Barracas a Altura (Navajas)

Todo el día por la Vía Verde Ojos Negros. Este tramo está bien. Menos la salida de Barracas que no existe nada de señalización. Imprescindible preguntar porque no hay ningún cartel que la señale. Sale cerca de la antigua estación de tren Barracas. Muy mal marcado. La vía verde en este caso es linda, el trazado cómodo. Un paseo. Pasa por algunos pueblos que merecen una parada como Caudiel y Jerica. Fui hasta Altura, pasando por antiguas estaciones. El camping de Altura estaba cerrado. La Vía Verde llega bien hasta Navajas, allí también hay un camping, así que regresé sobre mi rodada para alojarme en Navajas.

Día 12: Navajas/Altura a Valencia

La Vía Verde es un desastre. Llena de pozos, de tierra, sin marcar nada. Al llegar a Algimia de Alfara la vía verde se termina y nada indica para qué lado agarrar. Encontré las marcas del Camino del Cid peatonal, y con eso y el GPS salí por Torres Torres, pero de nada sirvió. Perdí todas las señales y fui por caminos rurales y carretera general hasta Sagunto y desde allí, por la ruta 315 hasta el centro de Valencia. El Camino del Cid, llamado en este tramo Las Tres Taifas -luego comenzaría la Conquista de Valencia- va por otros caminos pero yo no los encontré y llegué por acá y con lluvia. Luego de alojarme en una pensión salí a caminar entre cielo plomizo, sol y llovizna y un incipiente arco iris por los carrer valencianos. Camino del Cid concretado y, en general, superadas todas las expectativas y muy recomendable.

Video compilado con todas las etapas del Camino del Cid https://www.youtube.com/watch?v=Pr_2jHorIFk

Día 34 (23 de abril) – de El Chal a Prados del Sol (San Luis)

El paisaje es espectacular. Las laderas de los Montes Mayas están pintadas por la estación seca con ayuda de la mano del hombre. El sol quema la hierba y la mano del hombre quema la caña o la selva para plantar otra cosa que dé más dinero que lianas o bejuco. El aire huele a melaza. Aún no ha llovido, hace mucho que no llueve, pero hay una humedad que flota junto con el olor de la melaza y resabios de humo. El poder del dinero cambia el curso de la naturaleza. Lo verde claudica donde la hoguera devasta pero se aferra y pervive donde la selva es impenetrable. El collage de esa gama alternando en las sinuosidades, es espectacular.

Comimos en Poptún, en lo de Martita cuyo restaurante se llama ‘Lo de Brendita’; las mollejas, 15 quetzales, caldo de pollo, 20 quetzales, todo con papa, arroz, zanahoria. Al principio Martita tenía una actitud distante. Cierta desconfianza, quién sabe por qué con estos viajeros raros aventureros. Después se sentó al lado nuestro a charlar. Calentamos agua y compartimos el mate, y al final no quería que nos fuéramos y hasta nos ofreció dormir en su casa. En Poptún está la academia militar de los kaibiles que hacen su entrenamiento duro en el Infierno de La Pólvora, antes de La Máquina. Nos quedamos charlando con Martita hasta que bajó un poco el sol.

-Eso pasó como en los ochentas. A los de las Dos Erres los mataron a todos y los iban tirando a pozos. A los chiquitos los mataron primero. A las mujeres sabe dios todo lo que les hacían, hasta perdían sus criaturas. Fueron los kaibiles. Y los que investigaron todo eran argentinos, los forenses, en un solo pozo encontraron ciento sesenta y siete cuerpos, pobrecitos. El gobierno de Guatemala no quiere que se sepa. A los forenses lo contrató una comisión, FAMDEGUA.

La ruta lleva un andar tranquilo, con curvas, subiditas y muchas bajadas. La última subida es fatal. Es solamente un kilómetro antes de llegar al Balneario Prados del Sol, pasando la población de San Luis. Prados del Sol hace honor al nombre y el sol hace gala de su monarquía en la tierra destemplada. A esta última subida fatal no la pueden ni los autos. Es empinadísima, los motores se pasan de vuelta, los caños de escape se intoxican con smog, el auto se para y, si no se le atraviesan unas piedras a las ruedas, se va a pique. En eso estaban unos muchachos mientras yo le daba meta y meta al pedal. Quería aguantarla. Los tipos de un camioncito estancado me miraban. Esperaban que yo pasara para lanzarme un piropo.

-está bien jodida la subida- les dije sin dejar de pedalear. Quedaron mudos y yo les di la espalda muerta de risa.

Hicimos buen tiempo, vamos a buen ritmo. Salimos de El Chal tras comprar unos pancitos y le dimos duro y parejo. La fresca acompañó la mañana y algunas nubes hicieron lo propio hasta el mediodía. El trayecto de la tarde no fue más que desde Poptún a San Luis, 22 kilómetros, rematando con esa subida interminable pero posible; luego, 3 kilómetros más desde San Luis, este balneario con albercas que es como un oasis en medio del resplandor de la tarde. Acampamos aquí por 30 quetzales la carpa. Hay piletas, palapas, electricidad, baños, y un restaurante que no está nada mal. Comimos lo que llaman una tortilla de harina por 20 quetzales. Es una tortilla grande rellena de carne, frijoles, crema, repollo. Muy rica. Luego plátanos con azúcar y crema, 15 quetzales, y un pancito de mil hojas a 3.5 quetzales. Está bien para lo que venimos viendo.

Pero viajar es otra realidad. No es solamente el paisaje y el camino. Es la gente que vive y da vida, la que le da historia a cada lugar. Puedo entender por qué en los caseríos que brotan en la amplitud de América Latina, en estos pueblos paridos por la soledad, las personas son primeros distantes, después se desconciertan, y al final no quieren que uno se vaya. A duras penas y con mucho esfuerzo logran ser apenas pobres y no morir de hambre, tener maíz para tortillas y frijol, pero además ven pasar a la muerte por la puerta de su casa, oyen cómo los tiros apagan las risas y los gritos de una aldea completa, viven forjados por el dolor, forjados a culatazos y prepotencia, desplazados, desprotegidos. No hay justicia, dijo Martita.

En Prados del Sol se alojaban dieciocho migrantes. Salieron de Honduras y caminan de noche por la selva para llegar a Estados Unidos. Mayra y Johana es la tercera vez que lo intentan. Tienen poco más de veinte años y ya fueron cazadas dos veces por la migra, antes un ‘coyote’ abandonó al grupo en el desierto de Arizona, y otra vez los apresaron en una casa de McAllen. Estuvieron presas y deportadas y lo vuelven a intentar, vuelven a pagar a otro ‘coyote’. Siete mil quinientos dólares, nos dicen. Mayra tiene a su esposo en Estados Unidos y dejó a su hijito en Honduras. Se arriesgan a las peores mafias, a los seres más viles y desgraciados, traficantes de seres humanos.

-a veces caminamos de noche y a veces nos llevan en tren. La otra vez fuimos por Tenosique pero ahora dicen que está caliente ahí y que el jefe de los Zetas tiene una casa atrás de la migra y se cambian balines con ellos

-balines son los migrantes que no tienen dinero -la otra vez fuimos por Candelaria. A los garroteros del tren los tienen comprados y el tren para donde le dicen

-en Veracruz nos pusieron en una troka de esas de mudanza, éramos ochenta y tres compañeros. Tuvimos que pagar dos mil quinientos dólares cada uno. Cuando llegamos a Reynosa a las mujeres nos empezaron a vacilar para abusar de nosotras y un compañero nos quiso defender pero no pudo porque también lo violaron a él y después lo mataron

-nos cambiaron de camioneta a una pick up blanca y nos amontonaron en la paila

-íbamos pasando retenes de la migra y la policía federal, ellos nos veían cómo íbamos pero recogían un dinero y nos dejaban seguir

-a veces te obligan a cargar unas bolsas de droga para cruzar o te hacen llamar a los parientes de Estados Unidos para pedir más dinero y si no te matan

-en julio para las elecciones en México nos dieron credenciales y nos sacaron a votar por un partido que no me acuerdo pero que ganó

-algunos ‘coyotes’ no son ‘coyotes’ y secuestran con los Zetas

-yo sé de unas muchachas del Salvador que las mataron y las pusieron de ofrenda a la Santa Muerte…

Datos técnicos:

El Chal-Prados del Sol (San Luis) 79 km
5.36.07 hs
Total: 2398.25 km 79 km<

Día 33 (22 de abril) – de El Remate a El Chal

El restaurante que hay al lado del camping Paraíso de Juan, es un restaurante caro y mal servido. Los platos son frugales, de dieta. Una cucharada y media de arroz, una cucharada de frijoles, un rebanadita de queso, y un chorrito de crema con un huevo revuelto, 20 quetzales, es lo más más barato que se puede conseguir. Guatemala está cara y abusa de nuestro bolsillo foráneo.

Para ir desde El Remate hacia El Chal, hay que tomar primero la ruta que va hacia Santa Elena, después el desvío que va a ciudad de Guatemala. Se siguen las indicaciones que señalan hacia Poptún. Es una ruta tranquila y hay pueblitos y caseríos donde descansar a la sombra o buscar agua. Pasamos por La Ponderosa, Santa Ana y por un caserío llamado Sardinas donde paramos a comer pollo frito con papas. No hay mucho tráfico y la superficie de la ruta sin demarcación, es un poco mejor que el empedrado beliceño. Por aquí, muy de vez en cuando, aparece un cartel.

Son 60 kilómetros hasta el Chal y no es llano, demás está dicho ya, Latinoamérica no es llana, pero se sube y se baja con gusto e piaccere. No es pesado hasta tanto no salga el sol, cuando el sol pega, todo esfuerzo vale doble y se chiva la gota gorda.

El Chal es un pueblo a ambos lados de la carretera. Tiendas, un par de pastelerías, refacciones para autos, casas de electrodomésticos, mercados. Paramos en el hotel Delivery. Cuesta 50 quetzales por cama, usamos una sola cama, así que 50 quetzales. Hay ventilador y corredor tipo balcón, buen aire, baño completo afuera del cuarto. Hay enchufes, y nos prestaron por un rato nada más, una red de internet. Tienen restaurante pero es caro, un plato preparado cuesta entre 35 y 60 quetzales. Comimos tacos, lo más barato que conseguimos, a 3 por 10 quetzales. Antes de quedarnos en Delivery preguntamos en otro hotel. Los cuartos eran más chicos, olían a humedad y costaba tres veces más.

Cerca de El Chal, en el valle del río San Juan, hay un sitio arqueológico donde se han descubierto casi trescientas estructuras. Muchas yacen debajo de la jungla y otras han sido saqueadas y sus piedras utilizadas, al igual que en Belice, para construcciones modernas. Esta ciudad maya tuvo su propio glifo emblema, fue una ciudad primaria. Se han descubierto plazas, acrópolis, y muchísimas piezas de cerámica idónea.

Datos técnicos:

El Remate-El Chal 63 km
4.04.04 hs
Total: 2319.25 km

Día 30 (19 de abril) – de Camalote (Belice) a La Máquina (Guatemala)

La mejor parte que nos tocó de la ruta de Belice. Tiene algunas curvas, subidas, bajadas, más vegetación, y puñados de casitas coloridas. Las estaciones de policía de Belice son notorias porque están pintadas de amarillo furioso, y los autobuses son notorios porque son larguísimos, bus y medio. La gente también es colorida y sigue siendo simpática. A 20 kilómetros de Camalote pasamos por Georgeville. Una aldea típica con el encanto de las verandas de madera pintadas de naranja, celeste, y amarillo. Jardines con flores y cafeterías. Después dejamos atrás San Ignacio y Santa Elena y encaramos varias curvas por estribaciones serranas de hasta setecientos metros de altura. Ya casi estábamos en la frontera cuando a mano derecha se nos fue acercando el río Mopán. Decidimos tomar un recreo refrescante. Hacía dos horas que pedaleábamos acalorados. Apoyamos las bicis en un árbol, buscamos las mallas en las alforjas y ahí nomás nos cambiamos. Con el culo al aire. El río fluye verde transparente entre piedras y cascaditas. Una parada estratégica. San José Succotz, un lugar apacible y un regalo de la naturaleza. De la orilla de enfrente sale el camino que lleva a las ruinas de Xunantunich o Benque Viejo. El nombre Xunan Tunich significa ‘mujer de piedra’. Dicen que por ahí vaga el fantasma de una mujer que se para frente al Castillo, la pirámide principal de Benque Viejo. En Xunantunich se han desenterrado veinticinco pirámides y seis plazas. El cruce del río es gratis y está a pocos metros de donde nos bañamos. Una balsa tirada por cables lleva y trae a los visitantes.

p>Terminado el recreo nos aprontamos para seguir viaje y cruzar la frontera a Guatemala. Faltaban apenas 5 kilómetros y el trámite fue sencillo y rápido. Para salir de Belice cobran 37.5 dólares beliceños, a todo el mundo, aunque hayas estado solamente tres días. Para entrar en Guatemala pura simpatía y amabilidad, ni nos fumigaron ni nos cobraron nada, ni siquiera esos famosos 20 quetzales que solían ser denunciados por los viajeros y que se embolsaban los agentes migratorios. Hay que tener en cuenta que ahora ponen un sello de ‘entrada a la región’ que abarca Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua. Ese sello tiene una vigencia de 90 días. Pasamos Melchor de Mencos, la ciudad fronteriza de Guatemala que antes se llamaba Fallabón. Este paraje fue sede del descontrol de tráfico ilegal de caoba hasta mil novecientos sesenta y pico. Desde aquí, los norteamericanos tiraban fardos de madera río abajo para los aserraderos ingleses de Belice. A 8 kilómetros de la frontera hay un lugar de acampe. Está en la entrada de los restos arqueológicos Txiquin Txacán. Hay una palapa grande con bancos y lugar para fogón pero no hay agua ni ningún servicio cerca. Paramos un momento en esa sombra y seguimos.

Pasamos por La Pólvora, donde está El Infierno, campo de entrenamiento de los kaibiles -fuerza de élite de Guatemala- cuyas condiciones ambientales extremas han hecho desistir a muchos aspirantes. Más adelante hay un caserío pobre. Paramos en lo que parecía ser una tiendita, una ventanilla con rejas y una despensa sombría. La señora que nos atendió tenía su marido convaleciente en una habitación igual de pobre y sombría.

-A mi marido le sacaron todo. Lo operaron del estómago. Se está muriendo. La señora se secó las lágrimas con el cuello del vestido para recibir a dos monjas que llegaban de visita. Una de ellas nos dijo que no se podía andar en bicicleta con esas temperaturas, que la ruta venía de tierra y que el calor nos iba a enfermar. La señora buscaba. Una respuesta. Una salvación. Un milagro.

Desde la galería de piso de tierra donde merodeaban las gallinas, se adivinaba en la penumbra del cuarto una cama y el bulto extendido de un cuerpo inmóvil.

-No queda más que rezar –dijo una monja.

-Ojalá diosito me lo quiera salvar.

Cuando nos despedimos abracé a la señora y le di un beso. Deseé poder confortarla de su dolor y de su pobreza. Deseé ser diosito por un rato para curarle al hombre. La gente de esos caseríos en Guatemala está condenada al abandono. Desprotegidos y huérfanos. Olvidados en un lugar cuyo nombre es una paradoja o una burla. La señora está sola en su dolor, el señor está solo con su muerte, solos en Puerta del Cielo.

El ripio se puso duro como la vida misma de la gente. Durísimo e implacable. Cantera de pirámide, recordé. Piedra caliza milenaria. Polvareda y pegote. Nada de agua, ni siquiera en la escuela. Las cañerías están secas y los tanques están vacíos. Justo antes de la entrada de Yaxhá hay un restaurante sencillo debajo de una palapa. La comida es barata y buena. Un menú completo por 15 quetzales.

Incluye vaso de piña fresca. Un dólar es igual a 7 quetzales. Yaxhá está a 9 kilómetros por camino de tierra de ese restaurante. Sólo la pirámide principal ha sido explorada, el resto, quinientas estructuras más, están cubiertas de matas y árboles, escondidas en la jungla, abrazadas por raíces y habitadas por murciélagos y monos. La ciudad maya de Yaxhá está junto a la laguna del mismo nombre donde vive la especie de cocodrilos más pequeños del mundo.

Un poco más adelante de la entrada a Yaxhá llegamos a la comunidad La Máquina. No faltaba mucho para la caída de la tarde así que nos pusimos en campaña de buscar un lugar para dormir. Hotelito o camping no hay, pero alguien nos recomendó ir hasta “El Portal”, un restaurante pintoresco y caro que se destaca entre las casas y puestos comerciales extremadamente sencillos. El Portal es de Manola Lima quien desde hace doce años es la alcaldesa de La Máquina. Manola es del partido CREO, Compromiso, Renovación, y Orden. Además es guía turística. Tuvimos una nutrida charla que iba de lo político a lo arqueológico y de lo social a la antropología sin desmerecer a la naturaleza y el ecosistema. 2015 es un año electoral en Guatemala así que la efervescencia política está sobre el tapete. CREO es un partido originado por disidentes de otro partido (GANA), a los que se sumaron medianos empresarios sin formación ideológica. Basan su discurso en la explotación de los recursos locales desde la inversión privada y el libre mercado. La propuesta política pre-electoral intenta seducir con la promesa del ‘desarrollo’ de Guatemala. Personalmente interpreto ese ‘desarrollo’, en ese contexto, como la incorporación de las riquezas de Guatemala en el mercado global para facilitar el saqueo, arrastrando con la tierra y sus recursos a la gente que la habita y que consecuentemente quedarán suspendidos en la nada y a la deriva.

El partido CREO tuvo arraigo en las clases media y alta, fue votado por el 16 por ciento en 2011 y después que nosotros pasamos por lo de Manola, en 2015, obtuvo sólo el 3 por ciento de los votos.

Lo que nos gustó de Manola fue su activismo militante, su energía. La Máquina es un caserío de tres cuadras. Toda la noche hubo una banda de borrachos en los bares sobre la ruta, emborrachándose más y escuchando música ruidosa. En el caserío no hay nada, sin embargo Manola Lima apuesta al futuro y piensa en cambiar esa realidad para mejorarla. No coincido con sus lineamientos, desde dónde y hacia dónde, pero admiro su perseverancia, su curiosidad por la historia maya y su generosidad para compartir con nosotros lo que sabe y su casa. Acampamos sobre el pasto mullido de su patio. Nos habilitó baños, enchufe, agua, e internet. El lugar es acogedor, hay un porch con silloncitos y una mesita.

Datos técnicos:

Camalote (Belice)-La Máquina (Guatemala) 78.3 km
4.42.43 hs
Total: 2143.85 km